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  • Jun 07 2023
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Juares Souza Juares Souza

Las escuelas de los Profetas

La educación en Israel era dirigida personalmente por Dios, quien se preocupaba tanto por los aspectos religiosos como por el bienestar mental y físico de su pueblo. Dios ordenó a los padres enseñar a sus hijos acerca de sus requisitos y cómo había obrado con sus antepasados. Esto era responsabilidad exclusiva de los padres, y no debían delegarla a otros. Debían instruir a sus hijos con amor y asociar todos los aspectos de la vida diaria con pensamientos acerca de Dios. Las grandes obras que Dios había realizado y las promesas de un Redentor debían ser transmitidas en los hogares de Israel.

La educación se basaba en el discernimiento de Dios en la naturaleza y en la revelación. Las estrellas, los árboles, las montañas y los arroyos hablaban del Creador. Los rituales religiosos en el santuario y las palabras de los profetas eran una revelación de Dios. Esto fue lo que Moisés aprendió en su humilde hogar en Gosén, lo que Samuel aprendió de su madre Ana, lo que David aprendió en Belén, lo que Daniel aprendió antes de ser llevado al cautiverio y lo que el niño Jesús aprendió en Nazaret.

Para complementar la educación en los hogares, se establecieron las escuelas de los profetas. Estas escuelas fueron fundadas por Samuel como un medio para proteger a la juventud de la corrupción, cuidar de su bienestar moral y espiritual, y preparar líderes y consejeros capacitados para la nación. Los jóvenes piadosos y estudiosos eran admitidos en estas escuelas, donde se les enseñaba la sabiduría divina y se desarrollaba su comunión con Dios. Los maestros eran personas que conocían la verdad divina y habían experimentado la comunión con Dios.

En estas escuelas se enseñaban la ley de Dios, la historia sagrada, la música sagrada y la poesía. El objetivo principal era aprender la voluntad de Dios y las responsabilidades del ser humano hacia Él. Se estudiaban los actos de Dios en la historia y se enseñaban las verdades espirituales a través de símbolos y figuras, centrándose en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Se fomentaba la devoción y se enseñaba a los estudiantes a orar y a acercarse a Dios.

Las escuelas de los profetas también enseñaban habilidades prácticas, y los alumnos se sostenían trabajando en la agricultura u otros oficios. Aprender un oficio era considerado importante, incluso para aquellos que serían educados para el servicio religioso. Las principales asignaturas eran enseñadas de manera diferente a los métodos actuales, enfocándose en conocer a Dios y Su voluntad.

En la actualidad, muchas escuelas se rigen por las costumbres del mundo y carecen de gobierno y disciplina. La falta de conocimiento de la Palabra de Dios es alarmante entre aquellos que se llaman a sí mismos cristianos. La educación se centra en conversaciones triviales y sentimentalismo, en lugar de enseñar sobre la justicia y la misericordia de Dios, la belleza de la santidad y las verdades espirituales fundamentales.

Sin embargo, existen aún escuelas e instituciones que buscan mantener viva la tradición de una educación centrada en Dios y en la enseñanza de principios morales y espirituales. Estas instituciones promueven la enseñanza de la Palabra de Dios y fomentan una relación personal con Él. Además, buscan desarrollar habilidades académicas sólidas en sus estudiantes, preparándolos para enfrentar los desafíos del mundo moderno.

En estas escuelas, se enfatiza el estudio de la Biblia y se imparten enseñanzas sobre la vida y los ministerios de Jesús, así como sobre los valores y principios cristianos. Se alienta a los estudiantes a cultivar una vida de oración y a poner en práctica los principios bíblicos en su día a día. Además, se promueve el servicio a los demás y se inculca el amor y el respeto por todas las personas, recordando el mandamiento de amar a Dios y al prójimo.

En cuanto al currículo académico, se busca ofrecer una educación integral y de calidad en todas las áreas del conocimiento, desde las ciencias y las matemáticas hasta las artes y las humanidades. Se fomenta el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas, preparando a los estudiantes para ser ciudadanos responsables y comprometidos con la sociedad.

Además, se reconoce la importancia del desarrollo físico y emocional de los estudiantes, por lo que se promueve la participación en actividades deportivas, artísticas y culturales. Se busca cultivar el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu, brindando un ambiente seguro y enriquecedor para el crecimiento integral de cada estudiante.

En resumen, aunque la educación en la actualidad puede estar influenciada por diferentes corrientes y tendencias, todavía existen instituciones educativas comprometidas con una educación centrada en Dios y en principios morales y espirituales. Estas escuelas buscan formar a sus estudiantes de manera integral, promoviendo el conocimiento de la Palabra de Dios, el desarrollo académico, físico y emocional, y el servicio a los demás.

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